Hace unos pocos años, oí a una amiga, a la que admiro por todo lo que hace, diciendo en una charla, "el día que seamos capaces de amar y aceptar a esa persona que más daño nos ha causado, podemos dar nuestro camino por hecho".

      Esas palabras dejaron en mí una huella muy profunda. Quizás porque en aquel entonces, yo creía que para poder avanzar espiritualmente,  era necesario saber canalizar a los grandes maestros ascendidos, poder ver u oír cositas en las meditaciones, sentir la energía de los lugares o las personas, preparar altares bonitos, etc…

      Yo me había metido en ese camino, supongo que como muchos, para salir de pequeños problemas del día a día. Pero ahora me sentía confusa. Había cosas que me gustaban y me ayudaban, pero otras que no me cuadraban.

      Yo admiraba a las personas que tenían tanto conocimiento y hacían tantas cosas, y en el fondo soñaba poder hacer algo así algún día, pero por mucho que lo intentaba no me sentía capaz de conseguirlo. Fui a varias charlas, hice un par de cursos, aprendí algunas cosas interesantes, pero seguía sintiéndome vacía.

      En la India, yo había visto otro tipo de espiritualidad, llena de ceremonias y un sin-fin de rituales que no terminaban de convencerme. Aquí en España conocí otras cosas que me gustaban mucho pero no me llenaban.

      Hasta aquel día, cuando oí las palabras de mi amiga. De repente comprendí muchísimas cosas. Me di cuenta que lo importante no era lograr grandes cosas o conocimientos, sino simplemente aprender a amar, desde el corazón. Todo lo demás, sean oraciones, meditaciones, rituales, cursos de crecimiento personal, o incluso las experiencias de la vida, eran sólo distintas herramientas y maneras, tanto en Oriente como en Occidente, para lograr el mismo fin, intentar  quitar los bloqueos o las corazas para llegar a nuestro espíritu, nuestra esencia, esa la que nos hace sentir grande y llena de vida.

      Hoy por hoy, esa es mi meta. En ese camino estoy, aprendiendo con las experiencias de cada día. Y últimamente he sentido la necesidad de compartir con todos, esas "Chispitas de Luz, Paz y Amor" que voy recibiendo, esas herramientas, experiencias, comprensiones o mensajes del Universo que nos pueden enriquecer a todos.